Alberto Tabbia (1929-1997) fue un lector ávido y un escritor oculto, perezoso, tímido. Su legatario, Edgardo Cozarinsky, encontró entre sus papeles cantidad de textos escritos por placer, per diletto, con la nobleza original de la palabra italiana dilettante, además de versiones menos llanas de artículos que habían sido sometidos a la disciplina periodística.
Amigo de Silvina Ocampo y de J. R. Wilcock, con quienes compartió una particular devoción por la literatura, no supo superar la reticencia a publicar, la indolencia a llevar adelante más de un proyecto esbozado. Esta edición de sus cuadernos y papeles traza el retrato de un personaje singular de la vida literaria de un Buenos Aires sin duda perdido.